11 mar 2009

¿Quién es este México no es Jacinta?

Update: *Hasta hoy, 19 de Mayo de 2009, vi un primer reportaje sobre este caso en Primero Noticias de Televisa.* (¿Es que habrá tantas noticias que las mismas tienen que esperar meses para salir en televisión?)

¿Les suena el nombre?, ¿les resulta familiar la campaña "Todos somos Jacinta"?, ¿por qué es que se puede afirmar que México está lleno de Jacintas?

El nombre Jacinta tal vez a algunos les suene pero por diversos motivos; la campaña a muchos menos porque debido a que hablamos del caso de una mujer indígena no se arma tanto escandalo en los medios como si fuera alguien "influyente"; se puede afirmar que nuestro país está lleno de Jacintas porque no es la primera vez que esto pasa sólo que la mayoría de las veces estos casos se quedan enterrados y ni siquiera llegamos a saber el nombre de l@s afectad@s.

Pero vámonos por partes, primero habrá que decir de quién hablamos esta vez y para eso lean lo siguiente, publicado por Ricardo Rocha la semana pasada en El Universal:


http://www.eluniversal.com.mx/columnas/77161.html

Ricardo Rocha Detrás de la Noticia
05 de marzo de 2009
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Yo soy Jacinta

Y ella es una mujer indígena, otomí, de 42 años. Acaba de ser sentenciada a 21 años de cárcel. Aunque usted no lo crea, por el secuestro de seis agentes armados de la AFI. Sí, leyó usted bien. Fue acusada con otras dos mujeres. Un juez la halló culpable porque, para él, la prueba presentada por la PGR fue contundente: una fotografía de un diario local donde aparece Jacinta asomándose al borlote de lo que pasó en su pueblo hace tres años ya.
El 26 de marzo de 2006 seis AFI llegaron amenazantes y sin uniforme a Santiago Mexquititlán, en Querétaro. Ahí, en el tianguis, Jacinta y sus compañeras vendían aguas frescas. Llegaron los agentes y comenzaron con destrozos, despojos y exigencias de tributo con lujo de violencia quesque por hallar mercancía pirata. Fuenteovejunescamente, los pobladores cercaron a los intrusos para exigirles identificación y la orden que justificara su proceder. Éstos se negaron, pero también se rajaron. La tensión crecía y comenzaron los gritos de protesta y justicia de la gente por tanto abuso. A llamado de los intrusos se apersonaron un agente del MP y el jefe regional de la AFI. Prometieron reparar los daños con mercancía decomisada —más bien robada— de otros tianguis, de otros pueblos. Ante la negativa popular se comprometieron a compensarlos con dinero. Se fueron y dejaron “en garantía” a un agente que no fue molestado. Regresaron a las siete y pagaron lo pactado.
Pero se la guardaron al pueblo. Y se desquitaron con Jacinta, a la que el 3 de agosto llevaron con engaños a la ciudad de Querétaro. Ahí la acusaron falsamente; ahí la juzgaron de inmediato en español, cuando sólo hablaba otomí; ahí presumieron su culpabilidad antes que su inocencia; ahí la tienen presa; ahí la sentenciaron a 21 años de prisión; ahí le destrozaron la vida y a su familia.
Así, Jacinta es una víctima más de la intolerancia rabiosa que caracteriza a los gobiernos panistas como el que ahí encabeza Francisco Garrido Patrón, que no ha movido un dedo en defensa de una de sus gobernadas. ¿Cómo si es una india de pueblo?
Así se repite la historia de la furia discriminatoria y racista de los poderosos en este país. Como cuando se les inventaron delitos a Rodolfo Montiel y Teodoro Cabrera, indígenas ecologistas de Guerrero que lucharon contra los caciques talamontes. Una vez más el menosprecio inhumano que nos avergüenza en la memoria de doña Ernestina Ascensio, abusada y asesinada por militares y muerta por diagnóstico presidencial de gastritis crónica. Nomás acordémonos de Aguas Blancas y Acteal. De Atenco, condenados a más de un siglo de cárcel por defender sus tierras. Otra vez la más brutal represión de estos gobiernos contra los que se atreven a alzar la voz ante las injusticias.
Hay ahora un movimiento encabezado por el Centro de Derechos Humanos Miguel Agustín Pro Juárez, al que me sumo gustoso, para exigir juicio justo y liberación de quien sólo ha cometido tres grandes pecados en este país: ser mujer, ser indígena y ser pobre. Por cierto, se llama Jacinta Francisco Marcial. Y yo soy ella.
PD. ¿Esto también es falso, señor Medina Mora?




Indignante, asqueroso,inverosímil (cómo es que una mujer indígena secuestra a 6 cabrones entrenados y armados;con razón vamos perdiendo la famosa guerra contra la delincuencia); común en nuestro México. No sé, muchos calificativos se le pueden poner a este tipo de casos.
Muchos se preguntaran por qué la gente reacciona así y la respuesta es simple: hartazgo. Todo depende del cristal con que se mira y mientras muchos vivimos relativamente cómodos hay otros que están hartos de que los gobiernos que los engendraron así, que los orillaron a la pobreza, a la ignorancia, abusen de ellos. Cuando parece que ya no hay más que hacer sólo queda organizarse y resistir. Pero como quien lo hace en este caso es un pequeño pueblo es más fácil reprimirlos y después amedrentarlos.

Con el PRI ha pasado y resulta innecesario recordar tan vastos ejemplos, con el PAN claro que ha pasado y con el PRD también. La violación a los derechos humanos no es exclusiva de unos pero nos afecta a todos. Lo peor del caso es que además de que se sigan repitiendo, se mantengan ocultas.

Sí, son lamentables los casos del hijo del Sr. Martí, de la Sra. Wallace, del Sr. Vargas y se debe hacer justicia. Pero lo ominoso del caso es por qué a esos casos sí se les da una amplísima cobertura y a casos como este no. Nos dicen que la justicia es igual para todos, que no tiene prejuicios y que todos estamos protegidos de igual manera por su manto. Entonces, ¿no es cierto?. La justicia está, como implícitamente se sabe, al servicio de los poderosos, de las oligarquías con el fin de proteger sus intereses.

Si todos nos podemos dar cuenta de ello entonces por qué nos mantenemos inmunes ante estos casos. Hasta qué grado de deshumanización hemos llegado que la desgracia y la injusticia ajena nos importa nada. Cuántos no vi con su rostro de solidaridad ante las palabras del Sr. Vargas; con su rostro de impotencia. Y por qué no podemos sentir lo mismo por esta mujer. ¿porque es mujer, analfabeta e indígena? Si es por eso entonces tenemos que empezar a preocuparnos no por el Estado fallido en el que vivimos sino por la sociedad fallida que hemos creado. Nos dirigimos (¿o ya estamos ahí?) entonces hacia una estadio donde la sociedad lo será sólo en la fachada pero donde lo importante será llegar a "yo" estar bien sin importarme en lo absoluto lo que a los demás les pase. Nos dirigimos a la contradicción, a una no-sociedad y como humanos (lo que nos quede de ello) no podemos permitirlo. No siempre podremos estar colaborando, no siempre podremos tratar de ayudar a los demás pero si vivimos en una sociedad debemos intentar hacerlo. Y no podemos ser lo que los gobiernos quieren: una persona sin voz, sin ideología propia, sin voto. No podemos quedarnos callados ante este tipo de casos. Si no puedes hacer nada por lo menos alza la voz, haz que más gente se entere. Porque si ni eso hacemos lo único que sucederá es que les haremos más fácil a los grupos de poder apoderarse del país, de su riqueza y de su gente.

Levantemos la voz por Jacinta y por todos aquellos sin voz y sin rostro que han pasado y siguen pasando por estos casos.
Entonces, ¿tú eres Jacinta?


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R.M.